Una historia para cada nuevo apadrinamiento
La iniciativa, puesta en marcha por Juan Manuel Viera, no es un evento deportivo más, sino una oportunidad que permite conocer y sensibilizar sobre la realidad de las comunidades indias con las que trabaja la Fundación Vicente Ferrer y además, conseguir uno de los objetivos de la organización: aumentar el número de niños y niñas que acceden a una vida mejor a través del apadrinamientos. Tras cada kilómetro recorrido, tras cada apadrinamiento, hay una historia y una nueva visión de futuro.
Ranhi, con tan solo 8 años, es la mayor de tres hermanos y ha sido apadrinada en la tercera edición de esta ultramaratón por Adrián, corredor mallorquín. Profesor del Instituto IES Vendinat y padre de un niño de 12 años y una niña de 7, decidió junto a un grupo de profesores, participar como corredor tras crear un grupo llamado ‘Solidaridad y Deporte’. Adrián describió el encuentro con su niña apadrinada como “muy intenso” y explicó que “cuando ves esas sonrisas y esos ojos cargados de alegría…nos llenan a cada uno de los que venimos aquí”.
Ángeles es una de las madrinas pioneras de la Anantapur Ultramaratón (AUM) porque apadrinó en 2015. Esta leonensa visitó la FVF, por primera vez, hace tres años. Cautivada por la labor y el cariño que emana de aquellas aldeas, decidió apadrinar a Sheeva. Un año después, Juan Manuel “corrió por primera vez la ultramaratón en la India”, creando el movimiento 1km1vida. Conmovida por este movimiento, apadriné a Jobardan, de 8 años y hermano de Sheeva de 12, él era el kilómetro 4 de la carrera de Juan Manuel.

Ángeles en su cuarta visita a Anantapur
“Al año siguiente corrí la maratón y este año también. Son cuatros años seguidos los que llevo viniendo, ¡la primera vez que viene me quedé tan maravillada! La relación es así más intensa con los padres y con los niños”, explicó emocionada. También expresó que su deseo por apadrinar al hermano de Sheeva venía de años anteriores a que comenzara la ultramaratón, pero que cuando conoció a Juan Manuel decidió que era la oportunidad perfecta pues ella quería “que estuviesen apadrinados los dos”.
Además, contó ensimismada y con orgullo el progreso de sus niños pues desde que fueron apadrinados, explicó la madre de ambos “su familia se llenó de felicidad y vieron un gran cambio en su casa”, ya que con su aportación han podido accedido a servicios básicos y asegurado la educación de sus dos hijos.
Aunque el fin de todos los apadrinamientos es el mismo, el vínculo con la causa y la historia de padrinos y apadrinados es diferente. Este es el caso de Anuxe, antigua voluntaria de la FVF en Palma de Mallorca, Al igual que Adrián y Ángeles, ha corrido esta ultramaratón con conocimiento de causa, y con el objetivo de garantizar un futuro mejor a uno de estos niños.

Anuxe junto a Shermila, la niña que apadrinó tras la carrera
Emocionada por poder conocer a su niña apadrinada, Shermila, nos cuenta que fue voluntaria hace muchos años, “cuando era una jovencita” y que por aquél entonces su poder adquisitivo no le permitía colaborar “con ese poquito de dinero”.
La familia de esta pequeña de 6 años recibió la noticia en su aldea y mostraron su felicidad por haber sido apadrinada siendo tan pequeña. “Cuando cumplió 5 años pensé que sería algo bueno que fuese apadrinada, por su futuro”, aclaró el padre. Además, en esta familia ha llegado la alegría y la suerte por partida doble, pues su hija mayor, Kumare, también ha sido apadrinada gracias a esta edición de la AUM.
Teresa y Pilar han viajado desde Tenerife con la intención de participar en esta ultramaratón, y al igual que otros participantes, de apadrinar. Pilar relató que esta decisión fue tomada cuando Teresa se puso en contacto Juan Manuel por primera vez. “A partir de ahí, esto empezó para nosotras y fue un no parar… ¡Ya vinimos el año pasado!”, exclamó la canaria entre risas.
Ambas, que han realizado este año su segundo viaje a la India, se consideran afortunadas porque mantienen el contacto con sus niñas mediante cartas durante todo el año. “Hemos depositado toda nuestra confianza en la FVF, estamos muy lejos, a miles de kilómetros y sin embargo, parece que estamos muy cerca porque estamos siempre en contacto y eso se lo debemos a todo el trabajo que se hace desde la FVF y a su trasparencia. Yo siempre digo que damos un grano de arena y recibimos una montaña. Son niños muy cariñosos”, afirmó Pilar, mientras era aplaudida por el resto del equipo, que se mostraron totalmente de acuerdo con ella.

Teresa y Pilar reparten camisetas de la UAM
A pesar de que son miles de historias diferentes las que existen tras cada apadrinamiento, el sentimiento de gratitud y felicidad entre las familias de los niños y niñas apadrinados/as siempre es el mismo, igual que su perseverancia por mantener el contacto con las familias que un día decidieron ayudarles a miles de kilómetros de distancia. La sensación que provoca, entre padrinos y madrinas, colaborar y ayudar a construir un mundo mejor es unánime y se resume en la conclusión de Ángeles: «Animo a todos a apadrinar porque para mí ha sido todo un descubrimiento. La parte económica a nosotros no nos supone nada, y para ellos puede ser todo. Y en lo humano… es algo indescriptiblemente, muy bonito».