¡Hasta el año que viene!

La tercera edición de la Ultramaratón ha llegado a su fin. En Anantapur todo ha vuelto a su rutina diaria pero, eso sí, sin haber dejado indiferente a nadie. Tras unos días frenéticos en la organización de la carrera, todo el personal de la Fundación Vicente Ferrer (FVF) que se ha visto implicado recuerda, ahora, cómo lo han vivido y qué han sentido en esta edición que se auguraba tan “especial”.

Con un programa medido al milímetro y una inédita ruta, desde el departamento de transportes, Ravi, el coordinador, recuerda que estuvo tres noches sin dormir: “la primera noche fue para seleccionar la ruta, otro día para mostrar el camino a los conductores y por último, el día de la carrera”. Lo cuenta no para quejarse, sino para remarcar la importancia que le dio a que todo estuviera perfecto. “Este año, el 85% de la ruta eran carreteras secundarias, lo que ha propiciado que los corredores entraran en los pueblos y vieran el impacto de la FVF con sus propios ojos”, explica Ravi. Los 20 conductores que coordinó Ravi han vivido la tercera edición de la AUM como “algo increíble”. “Todos estaban muy interesados en trabajar y cuidar de los corredores, no solo fueron sus chóferes, también ayudaban proporcionando agua o cualquier cosa que los runners necesitaran porque su seguridad era lo más importante para ellos”. Y concluye Ravi: “Estoy muy orgulloso de haber formado parte de algo tan importante, cuyo fin es ayudar a los más desfavorecidos”. Cuando le preguntamos con qué momento se quedaría de la carrera, responde: “Me sentí muy feliz cuando vi a corredores españoles e indios subir juntos la montaña de Bukkaraya, fue emocionante.”

Desde el departamento de comunicación, Ramamohan, sentado de espaldas en una moto de tres ruedas para no perder el equilibrio con su cámara en mano, iba grabando la carrera. “Es impresionante vivirlo de cerca, aunque es mucho trabajo, hemos disfrutado de cada momento”, señala. No sabe muy bien cuántas imágenes ha sacado a lo largo de la carrera, “imposible contarlas”, admite, pero calcula que sobre unos 100 clips solo de video. “Esta carrera es una motivación para nosotros y una oportunidad para recaudar fondos y ayudar a otras personas”, explica y aunque le resulta difícil quedarse con un momento especial, tras meditarlo unos minutos, dice que “los corredores corriendo durante el atardecer”.

El responsable de marcar los puntos de descanso y salvaguardar a los 76 deportistas a lo largo de la ruta fue Laxshmi. Un joven que disfrutaba del evento por primera vez y que en sus palabras “se ha sentido muy feliz de formar parte de todo el proceso”. Laxshmi explica cómo la trayectoria de los participantes fue seleccionada y marcada previamente utilizando la aplicación de Google maps. “Una vez decidida la ruta, mi cometido fue visitar los pequeños pueblos por los que los runners pasarían y explicar a sus habitantes qué era la ultramaratón”, señala. Teniendo en cuenta que el atletismo no es algo habitual en Anantapur, Laxshmi rememora la expresión de sorpresa reflejada en los rostros de la gente de los pueblos al saber que españoles e indios correrían 170Km en solidaridad a ellos. “Estaban felices de ver cómo la gente corría por solidaridad”, aclara. Para Laxshmi, la imagen de esta carrera, es la de las dos personas en sillas de ruedas llegadas desde España para competir. “Fue increíble verlos correr como los otros corredores y corredoras. Son un ejemplo de superación y han dejado una imagen muy significativa para la gente de los pueblos”, concluye.

Para Nirmala, traductora de la FVF y encargada en el área de salud durante la carrera, era su segundo año viviendo esta carrera. “Este año ha sido mejor que el primero porque estaba más organizada. Es una aventura increíble que no había visto antes, y que ahora, gracias a la FVF pude vivirlo en directo”, explica la joven quien se muestra entusiasta de repetir el año que viene sin importarle el cansancio de estar toda la noche trabajando: “¡Este año volví a casa incluso más tarde que el año anterior!”, admite entre risas. Aunque la idea de participar corriendo todavía no le atrae demasiado, “quizás me anime para hacer los 5 kilómetros del Community Running Day”, responde no muy segura. De lo que está segura es de que, de una forma u otra, estará presente.

“¡Ha sido una locura!”, admite Sasi, encargado de recibir a los visitantes que pasan por la FVF, “no contábamos con tanta gente y pensábamos que no íbamos a poder abarcar todo el trabajo, pero finalmente todo ha salido genial”, concluye complacido. “Me llamaban amigos de fuera para preguntarme por qué venia gente desde España a correr aquí, y yo me sentía muy orgulloso de poder explicárselo”. Para Sasi, el lema de la carrera “1 Km 1 vida” se queda corto: “Es muchas vidas, porque cuando apadrinas no solo ayudas a un niño, sino a toda su comunidad”. Y haciendo gala de su control del español, finaliza con un coloquial: “¡Chapó!”, dedicado a todos los corredores y corredoras porque efectivamente, tanto él como el resto de los organizadores se quitan el sombrero ante los participantes.