“Gracias al apadrinamiento puedo estudiar y mi familia está feliz”

Las niñas y los niños son un colectivo especialmente vulnerable en la sociedad rural del sur de la India, donde sufren desnutrición y unas condiciones de vida difíciles. Los apadrinamientos se han convertido en una vía mediante la cuál incidir en la vida de las y los pequeños, cambiar su presente y ofrecerles un futuro al ampliar sus oportunidades y contribuir a su educación y empoderamiento. La aportación (21 euros al mes) se destina a un fondo único que se emplea en beneficio no sólo del menor apadrinado sino del conjunto de su comunidad, con lo que se consigue una mejora estructural y permanente para todos los habitantes de la aldea.

En la segunda y última edición de la AUM, se alcanzó el reto de los 335 apadrinamientos. Una cifra que comprende historias de vida particulares, como la de Peddiraju.

El risueño Peddiraju, que juega con la cámara en el vídeo que nos llega desde la India, fue apadrinado durante la segunda ultramaratón, ahora tiene 10 años y vive junto a su familia en Pinnadari (pueblo situado en el estado de Andhra Pradesh). Como nos cuenta, desde que fue apadrinado su vida y la de su familia ha cambiado: “Desde que estoy apadrinado tengo uniforme y material escolar. Mi familia y yo también podemos ir al hospital gratis”.

Comienza el día a las seis de la mañana, desayuna con su familia y va a la escuela, donde le encanta jugar con sus amigos y dar clase de matemáticas. Tiene claro que quiere continuar estudiando y esforzándose, ya que le gustaría llegar a trabajar como policía.

En enero se celebrará la III AUM, en la que nos hemos marcado un objetivo de niños y niñas apadrinados mayor que el logrado en enero de 2017. El objetivo sigue siendo el mismo: cambiar la vida de niñas y niños como Peddiraju; pero los menores que esperan que llegue ese cambio siguen siendo muchos, cada uno con una historia detrás.